miércoles, 26 de febrero de 2014

Elegir por convicción

Laicos por el Bien Común es una iniciativa ciudadana independiente de cualquier partido político o persona en particular. En cumplimiento de sus objetivos, lo que ha hecho es verificar los contenidos y las propuestas de éstos en el actual momento electoral, y ha establecido un ACUERDO PROGRAMÁTICO EN LÍNEA DE PRINCIPIOS con quienes se han comprometido explícita y públicamente a respetar, defender y promover la Dignidad Integral de la Persona Humana, las Instituciones anteriores al Estado como la Persona, el Matrimonio y la Familia, y el Bien Común.

Estas personas han hecho, por primera vez en la historia de nuestro país, lo que nadie jamás se había atrevido: comprometerse de manera explícita y pública con los Principios que sustentan, respetan y promueven la Dignidad de la Persona y el Bien Común. No se trata de un acto de oportunismo, sino de gran valor y seriedad, ante realidades tan graves y trascendentes como la Vida y el Orden social.

Sabemos que, difícilmente, en el ámbito político encontraremos personas conocedoras de estos temas en su fundamentación ética y antropológica, pero por lo mismo debemos participar, y hacerles ver estas realidades que, desde lo público, el gobierno, el poder legislativo y las Cortes, están siendo modificadas, adulterando el orden natural y ejerciendo una forma de violencia sutil sobre las mismas y sobre nuestros hijos, adoctrinándolos con una moral de estado que los incita al desorden moral y, en consecuencia, destruye el Orden Social.

Como ciudadanos, es un ejercicio muy valioso, necesario y sano, que cada quien ejerza su derecho de expresar con libertad su sentir y su opinión. Es lo que promovemos: participar activa y proactivamente en el debate político actual, a pesar de las desilusiones que todos tenemos en relación con la política. Es, además, nuestro deber cívico y, como cristianos, hacerlo a conciencia, pese a las limitaciones humanas de los candidatos. Estamos obligados, y no podemos simplemente limitarnos a cuestionar y a criticar: en el peor de los escenarios, aplica aquello de que "de todos los males, el menor".

Estas personas necesitan que les ayuden a VER, para acertar y no volver a errar. Si no lo hacemos nosotros, llegarán otros cargados de intereses que los inducirán a error en nombre de una pseudo justicia amparada en una falsa libertad. En esta ocasión, los cristianos tenemos que elegir y exponernos, o no tendremos más espacio en la vida pública que el de ser una especie de ciudadanos de segunda, criticones y poco activos.

No hay más con quién contar en este particular momento de nuestra vida y de nuestra historia. Comparemos las opciones: los partidos tradicionales fusionados bajo una supuesta unidad que sólo les asegura cuotas burocráticas, y una izquierda totalitaria que busca legitimar los desafueros de una lucha armada e imponer el totalitarismo inherente a la ortodoxia marxista. Entre esos dos extremos hay un centro que mira con realismo, objetividad y sentido común las posibilidades de una paz justa.

En el centro ha de prevalecer la democracia, legítima y justa, como virtud garante del orden social, institucional y del bien común. Aristóteles definió la virtud como el justo medio entre el exceso y el defecto, y no como una medianía que todo lo acepta y todo lo concede. Así por ejemplo, el valor es la virtud que provee el equilibrio entre dos vicios o extremos: el temor y la temeridad.

En el Centro –si es que no hemos perdido aún la memoria, aunque sí tal vez la gratitud–, hay una opción clara, sensata, de sentido común, que ofrece una mirada objetiva y equilibrada de la realidad, en línea de principios. Una opción clara y seriamente comprometida con el bien común, que es “el bien de todos y cada uno, para que todos seamos verdaderamente responsables de todos”. Una opción fundada en convicciones sólidas y estables, de las que conviene aclarar que una convicción no es aquello de lo que yo estoy convencido –el subjetivismo relativista– sino la adhesión consciente a aquellas proposiciones que expresan con fuerza, la fuerza de la verdad.

Esta campaña exige, pues, no sólo una pedagogía de las opciones sino de las convicciones. Elegir, en esta coyuntura, será no sólo un ejercicio de la consciencia, sino una expresión de la calidad y de la fuerza de nuestra convicción. Por ello hemos hecho un voto de confianza, para que el resto de nuestros ciudadanos haga uno de conciencia.


viernes, 14 de febrero de 2014

Centro Democrático refrenda su compromiso con la Vida y el Bien Común

Centro Democrático refrendó su compromiso con la Vida y el Bien Común, durante el acto que tuvo lugar el domingo 2 de febrero en Plaza Mayor, organizado por la Dra. Liliana Rendón, aspirante a la Gobernación de Antioquia.

Allí, los candidatos de Centro Democrático a la Presidencia de la República, Dr. Oscar Iván Zuluaga, a la Cámara de Representantes, Dr. Oscar Darío Pérez Pineda, y al Senado, Dr. Álvaro Uribe Vélez, firmaron su compromiso con los principios fundamentales de respeto y protección a la Vida y el Bien Común que, en el marco de la Doctrina Social de la Iglesia, impulsa la iniciativa ciudadana “Laicos por el Bien Común”.

Desde hace algún tiempo se vienen dando acercamientos entre Centro Democrático y diversos sectores que promueven no sólo estos principios en el ejercicio de la política y de lo público, sino la participación cualificada de los laicos en su misión de “animar cristianamente el orden temporal”, y que lo hacen siguiendo las indicaciones del Magisterio de la Iglesia en su Doctrina Social, y más específicamente de la Exhortación Apostólica “Los Fieles Laicos”, del Papa Juan Pablo II, que en sus numerales 42 y 43 señala el error en el que se incurre al atribuir a la política y al ámbito de lo público un halo de corrupción o de inmoralidad, cuando compete precisamente a los cristianos que la vida económica, social y política sea un campo de amplia interacción humana para una fecunda Promoción Integral de la Persona Humana y de su Dignidad.
Una vez hecho explícito este compromiso, la iniciativa ciudadana “Laicos por el Bien Común” se concentra en la difusión de este pensamiento y en la animación de las diversas comunidades, redes e instituciones con que interactúan, para que participen activa y proactivamente en el debate político y en el ejercicio de las acciones de Gobierno y Legislativas comprometidas con la auténtica Dignidad Humana y el Bien Común. “No hacerlo —señalan con base en el Magisterio—, sería un grave pecado de Omisión.
A continuación, el texto del compromiso suscrito.

¿Es sucia la Política? ¿Es inmoral y corrupta?
¿Debe una persona de bien participar activamente en ella?
Elige en conciencia una alternativa política que tenga claramente definido:

  • El respeto integral a la Dignidad de la Persona Humana.
  • El respeto y la defensa de la Vida en todas sus manifestaciones y en todas sus etapas.
  • El respeto a las instituciones naturales como el Matrimonio y la Familia.
  • La NO ADOPCIÓN DE NIÑOS en uniones de personas del mismo sexo.
  • El derecho de los Padres a elegir la Educación para sus hijos.
  • El rechazo a la legalización del consumo de drogas: NO A LA “DOSIS” PERSONAL.
Nosotros, los candidatos de Centro Democrático a la Presidencia y al Congreso de la República, asumimos, respetamos y nos comprometemos a observar estos principios en todos nuestros actos, en salvaguarda de la Dignidad de la Persona y del Bien Común.

Oscar Iván Zuluaga
Candidato a la Presidencia de la República

Álvaro Uribe Vélez
Candidato al Senado de la República

Oscar Darío Pérez
Candidato a la Cámara de representantes



domingo, 2 de febrero de 2014

Ideario General

1. Somos, ante todo, ciudadanos colombianos en pleno ejercicio de nuestras facultades, deberes y derechos, y queremos seguir siéndolo en el de nuestra conciencia, pensamiento, expresión, libertad y, especialmente, en el de El Bien Común.

2. Somos ciudadanos colombianos respetuosos del Orden Constitucional y del subsecuente Ordenamiento Jurídico e Institucional rectamente derivados de éste de cara al Bien Común.

3. Somos, además, matrimonios, familias y personas que entendemos que éstas son realidades de orden natural constitutivas de la sociedad y anteriores al Estado.

4. El hecho anteriormente señalado define un claro Principio de acción que expresa una realidad evidente, y que hoy se hace necesario recordar y reiterar: la persona, el matrimonio y la familia, son entidades de orden natural perfectamente definidas en sí mismas que operan dentro de la Ley Moral Natural inscrita en la Conciencia de cada individuo.

5. Como realidades naturales, son éstas las que se organizan y conforman el Estado: no es el estado el que conforma la Sociedad, y mucho menos, el que la define ni a sus instituciones intermedias.

6. También somos, en nuestro libre ejercicio de ciudadanos, cristianos conscientes y comprometidos, formados, reflexivos, socialmente activos y con capacidad de participar de una manera cualificada en la configuración de una sociedad mejor y de un Ordenamiento Estatal que sepa interpretar y obedecer a la realidad con principios y fundamentos sólidos, seriedad jurídica y estabilidad institucional.

7. Acogemos los Principios de la Doctrina Social de la Iglesia, ampliamente expresados a través de su Magisterio, que recogen y responden objetiva e integralmente a la realidad de la Persona y de la Sociedad, que conforman y salvaguardan a su vez el patrimonio del Bien Común.

8. Acogiendo los postulados, las directrices y las orientaciones de dicha Doctrina y Magisterio, especialmente las formuladas en los numerales 42 y 43 de la Exhortación Apostólica Post Sinodal “LOS FIELES LAICOS”, nos hemos organizado como personas naturales y en diversas redes y asociaciones civiles de derecho privado, para participar activamente y de una manera más efectiva en la sociedad, en defensa de la Vida, y de entidades e instituciones claramente definidas como la Persona (Hombre y Mujer), el Matrimonio y la Familia, y todo el ordenamiento de las relaciones jurídicas, políticas, económicas y sociales que se establecen al interior de éstas, entre éstas, y entre ellas y las demás instituciones sociales.

9. Acogemos plenamente este Principio: “Para animar cristianamente el orden temporal —en el sentido señalado de servir a la persona y a la sociedad— los fieles laicos de ningún modo pueden abdicar de la participación en la «política»; es decir, de la multiforme y variada acción económica, social, legislativa, administrativa y cultural, destinada a promover orgánica e institucionalmente el bien común. […] Las acusaciones de arribismo, de idolatría del poder, de egoísmo y corrupción que con frecuencia son dirigidas a los hombres del gobierno, del parlamento, de la clase dominante, del partido político, como también la difundida opinión de que la política sea un lugar de necesario peligro moral, no justifican lo más mínimo ni la ausencia ni el escepticismo de los cristianos en relación con la cosa pública”.

10. Como proyección de nuestra actividad aspiramos a que en nuestra patria se elijan gobiernos y legisladores que atiendan a estos criterios:

a.   “Una política para la persona y para la sociedad encuentra su criterio básico en la consecución del bien común, como bien de todos los hombres y de todo el hombre, correctamente ofrecido y garantizado a la libre y responsable aceptación de las personas, individualmente o asociadas. […] El bien común abarca el conjunto de aquellas condiciones de vida social con las cuales los hombres, las familias y las asociaciones pueden lograr con mayor plenitud y facilidad su propia perfección.

b. “Además, una política para la persona y para la sociedad encuentra su rumbo constante de camino en la defensa y promoción de la justicia, entendida como «virtud» a la que todos deben ser educados, y como «fuerza» moral que sostiene el empeño por favorecer los derechos y deberes de todos y cada uno, sobre la base de la dignidad personal del ser humano”.

c.  “En el ejercicio del poder político es fundamental aquel espíritu de servicio, que, unido a la necesaria competencia y eficiencia, es el único capaz de hacer «transparente» o «limpia» la actividad de los hombres políticos, como justamente, además, la gente exige”.

11. En este orden de ideas, proponemos una línea democrática de acción política con pensamiento de centro, que atienda a las realidades fundamentales de la Persona y de la Sociedad, que se despliegue desde los poderes Ejecutivo y Legislativo, y se garantice en su integridad desde el poder Judicial.