Por RICARDO TOBÓN RESTREPO * | Publicado el 19 de mayo de 2014 en EL COLOMBIANO
El próximo domingo 25 de mayo tendremos la oportunidad de elegir al presidente y al vicepresidente de Colombia. No es fácil el tiempo que vivimos. Estamos atravesando un cambio cultural sin precedentes. Persisten muchas formas de violencia en la familia, los colegios, las pandillas, los estadios, los barrios y los campos. Igualmente, aumentan las desigualdades sociales con el desempleo, el hambre, el desplazamiento forzoso, la falta de vivienda digna, la impunidad, la corrupción, la práctica de la ilegalidad.
Ante esta realidad no podemos permanecer indiferentes, tenemos que tomar partido por la vida, por la dignidad y los derechos de la persona humana, por el mejor aprovechamiento de los grandes recursos naturales que poseemos, por la justicia social y la honestidad administrativa de los recursos públicos. De esto debemos ocuparnos todos con creatividad, audacia, abnegación y mutua cooperación. La búsqueda sincera del bien común es la indispensable justificación de cualquier institución o iniciativa política. Por tanto:
1. Debemos participar todos con responsabilidad y honesta conciencia en las elecciones. Ese día escogemos a quienes queramos que dirijan el país, investimos de autoridad a quienes vemos mejor preparados y dispuestos para servir al pueblo, mantenemos el sistema democrático para la conducción de nuestra sociedad, respondemos al desafío moral y cívico de construir el Estado de derecho en el cual nos regimos por la ley y no por la arbitrariedad de algunos. No basta una democracia formal; se necesita una democracia participativa y ética.
2. Debemos atrevernos a pensar y a ser libres. Contamos con varias propuestas para escoger; pongamos en las urnas un voto consciente y responsable por el mejor candidato, por el programa que veamos realizable, por el equipo que juzgamos puede cumplir lo que promete. Renunciemos a la inconsciencia, al fanatismo y a la ligereza para crecer en compromiso, en madurez política y en patriotismo.
3. Debemos mantener la confianza y la esperanza. Con frecuencia, las ambigüedades de las campañas, la maquinaria partidista, el vicio de la compra y venta de votos, la demonización de los adversarios o el asesinato político, siembran el escepticismo y el desgano pensando que no sirve de nada votar o que no hay por quién votar. Jamás podemos desilusionarnos de lo que podemos lograr juntos y de la misión común que tenemos.
4. Debemos deponer toda violencia y agresividad. No es con peleas como podemos enfrentar nuestros grandes retos, sino poniéndonos de acuerdo, aprovechando nuestras mejores posibilidades y buscando metas comunes. No podemos con el conflicto armado que nos aflige y con el conflicto social que tiene a muchos colombianos excluidos de los bienes indispensables, para ponernos a crear también conflictos políticos. La política no es para generar guerra sino precisamente para dirimir las confrontaciones en la sociedad.
5. Debemos luchar contra la corrupción en las mismas elecciones. Infortunadamente, el cáncer de la corrupción está socavando el desarrollo social y político de nuestro pueblo. Ha faltado más voluntad y compromiso de las autoridades, no se da la suficiente vigilancia y colaboración eficaz de todos los ciudadanos y, sobre todo, escasea una sólida formación ética. Estos comicios son una ocasión propicia, por las personas que elegimos y por el modo como lo hacemos, para combatir esta lacra tanto en los poderes del Estado como en los ámbitos de la actividad pública y privada.
6. Debemos orar mucho por nuestra patria. La oración alcanza lo que por nuestras fuerzas no logramos. Por eso, supliquemos con fe a Dios que proteja nuestro país, que nos dé gobernantes competentes y a los que les duela el bien común, que nos ayude a todos a comprometernos seriamente con el proyecto social e histórico que somos, que nos libre de los males que nos amenazan. Pido que estas intenciones se presenten en las Eucaristías de estos días y en la jornada de oración que se hace los jueves en las parroquias.
* Arzobispo de Medellín
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